La obra de Edgar Negret y Eduardo Ramírez Villamizar representa dos manifestaciones fundamentales dentro del arte moderno latinoamericano, marcadas por la exploración y reinterpretación de la forma, el espacio y la materia. Ambos artistas, a través de su constante experimentación y capacidad de reflexión sobre lo cósmico y lo terrenal, nos invitan a un ejercicio crítico sobre las estructuras de la abstracción y su relación con el paisaje y la identidad latinoamericana.
"Geometrías Cósmicas y Territoriales" es una exposición itinerante que tuvo lugar en la Universidad de La Sabana, donde se propuso generar un espacio de encuentro y reflexión sobre el legado escultórico de estos dos grandes maestros. La muestra pone en juego un cruce de territorios, no solo geográficos, sino también filosóficos, donde el arte se convierte en un medio de diálogo entre el legado cultural latinoamericano y su proyección contemporánea.
Negret, con su innovador uso del aluminio pintado, ofrece un abordaje hacia lo cósmico, hacia una visión abstracta que, a través de sus formas geométricas y dinámicas, busca representar la energía y el movimiento de un universo en constante transformación. Obras como Sol o Mariposa Crisálida exploran la relación entre la energía cósmica y la pequeña escala humana, evocando la percepción de lo infinito y lo eterno mediante formas que parecen fluir hacia un espacio abstracto, sin un límite definido. Su trabajo establece un paralelismo entre lo intangible del cosmos y lo tangible de la escultura, recordándonos que, en la materia, coexisten lo físico y lo simbólico.
Por otro lado, Eduardo Ramírez Villamizar introduce una propuesta radicalmente diferente pero igualmente profunda, centrada en la reinterpretación de lo terrenal y lo orgánico. A través del uso del hierro oxidado, Ramírez Villamizar crea obras que surgen del suelo, como si fueran huellas de una memoria ancestral. Las esculturas como Aerolito y Sin título exploran el paso del tiempo, la transformación y la permanencia de la materia, donde la oxidación del hierro se convierte en una metáfora de la historia vivida, de la memoria colectiva que se forja a través de la interacción del hombre con su entorno. En su obra, el hierro no es solo un material, sino un testigo de la evolución, del paso del tiempo y de la relación simbiótica entre la naturaleza y la cultura.
Este diálogo entre los trabajos de Negret y Ramírez Villamizar plantea una reflexión sobre la construcción del arte latinoamericano y su vínculo con los elementos esenciales de la naturaleza, la historia y la abstracción. Mientras Negret se proyecta hacia un lenguaje que trasciende lo físico, aludiendo a lo cósmico y lo universal, Ramírez Villamizar regresa a lo terrenal, a lo primordial, invitándonos a considerar nuestra relación con el entorno natural y la memoria del pasado. Ambos artistas, aunque desde perspectivas diferentes, nos llevan a reflexionar sobre la intersección entre lo humano y lo cósmico, lo efímero y lo eterno, lo ancestral y lo contemporáneo.
El encuentro de las obras de Negret y Ramírez Villamizar no solo enriquece el campo de la escultura moderna, sino que también establece una reflexión sobre cómo el arte puede ser un medio para explorar la identidad, la memoria y la percepción del espacio, entendiendo la obra como un punto de inflexión en el que convergen múltiples dimensiones del ser, de la naturaleza y de la historia. De esta manera, el diálogo entre ambos artistas invita a una inmersión profunda en los valores fundamentales de la abstracción, en su capacid